Llevamos años estudiando las setas alucinógenas y apenas sabíamos cómo funcionaban. Hasta ahora

Entre los hongos con efectos alucinógenos o psicoactivos, los del género Psilocybe son quizás los más conocidos. Estas setas han sido utilizadas como sustancia recreativa o ritual desde hace milenios pero en los últimos años se han convertido en materia de estudio en los campos de la neurobiología y la salud mental.

Disolviendo la red. Uno de los últimos estudios en este campo nos ha revelado nueva información sobre cómo la psilocibina afecta a nuestro cerebro. Según comprobó el equipo responsable, esta sustancia altera la estructura de una de las redes cerebrales más importantes, “disolviéndola”.

La red involucrada es la responsable del pensamiento introspecctivo, la ensoñación y el acto de recordar. Esto concuerda con la idea de “disolver el ego” que muchas veces se asocia al consumo de este tipo de sustancias psicoactivas, señala Joshua Siegel, coautor del estudio

La psilocibina. La psilocibina es una sustancia alcaloide presente en numerosas especies del género Psilocybe. Cuando consumimos esta sustancia nuestro cuerpo la metaboliza en psilocina que es en realidad la molécula que genera los efectos psicodélicos.

Lo hace en un primer lugar acoplándose a neurorreceptores como 5HT2a, un receptor de la serotonina. El estudio de esta sustancia a mediados del siglo XX derivó en la sintetización de la dietilamida de ácido lisérgico (LSD) pero u estudio científico ha despegado en los últimos años como forma terapéutica en el campo de la salud mental.

El modo “por defecto”. Pero más allá de esta interacción con los neurorreceptores es muy poco lo que sabemos sobre el proceso psicodélico en nuestro cerebro. El nuevo estudio ha arrojado luz sobre el asunto, observando la desincronización cerebral que, explica el equipo, podría estar detrás de los efectos antidepresivos de estas sustancias.

Los resultados mostraron un cambio profundo y generalizado pero no permanente en las redes funcionales del cerebro, en especial en la llamada “red por defecto”. Esta red está conformada por áreas del cerebro que se activan simultáneamente cuando nuestra mente no está enfocada en una actividad en particular.

Comprobaron que la red se desactivaba para luego reestablecerse por sí misma tras desaparecer los efectos de las sustancias. Los expertos creen que esta “reconexión” podría dar lugar a nuevas conexiones más sanas y dinámicas, lo que daría lugar en una mejora de nuestra salud.

Mapeo funcional. El estudio fue realizado a través de un “mapeo funcional” del cerebro. Siete participantes, adultos en buen estado de salud, tomaron parte en este análisis. Se les administraron dos sustancias, psilocibina como compuesto activo o metilfenidato como control, puesto que esta segunda sustancia también tiene efectos estimulantes pero no psicodélicos.

Estos compuestos fueron administrados en un entorno controlado para reducir el riesgo de efectos adversos. Los cerebros fueron estudiados a través de resonancias magnéticas fMRI (functional magnetic resonance imaging) 18 veces en promedio: antes, durante y después de las respectivas dosis. Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Nature.

Efecto temporal. El efecto “disolutorio” fue temporal, pero algunos efectos permanecían en el tiempo durante al menos las tres semanas del estudio. “Hay un efecto masivo y después de irse, un pequeño punto permanece,” explicaba en una nota de prensa el profesor of neurología y coautor del estudio Nico Dosenbach.

“Eso es exactamente lo que te gustaría ver en una potencial medicina. No querrías destruir las redes cerebrales de la gente durante días, pero tampoco querrías que todo volviera inmediatamente a la forma en la que se encontraba. Quieres un efecto que dure lo suficiente como para marcar la diferencia.”

Nueva esperanza terapéutica. El debate sobre la utilidad de ciertas drogas hasta ahora consideradas netamente recreativas en el campo de la salud mental no es nuevo. Pero va ganando tracción estudio tras estudio. Aún así serán todavía necesarios nuevos estudios para poder entender mejor sus aplicaciones. El cerebro humano es el órgano más complejo que conocemos, por lo que llegar a comprender todos estos detalles podría estar incluso fuera de nuestro alcance. Aún así, el potencial terapéutico parece ya definido.

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imagen | Sara Moser / Hans-Günter Wagner


La noticia

Llevamos años estudiando las setas alucinógenas y apenas sabíamos cómo funcionaban. Hasta ahora

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Pablo Martínez-Juarez

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