Oriente Próximo da un paso más hacia una guerra regional a gran escala, un conflicto plagado de incógnitas y con un alcance y desarrollo difíciles de prever, pero que deja ya algunas certezas. La principal, que tras la incursión de las tropas israelíes en el sur del Líbano y el ataque con misiles lanzado ayer por Teherán, ni Israel ni Irán parecen dispuestos a dar pasos atrás. Se cruzan advertencias. Crece la tensión. E Israel se encamina hacia su primer guerra abierta con un Estado en años —ya no solo con grupos como Hamás u Hezbolá— en lo que su primer ministro plantea sin ambages como un cambio en “el equilibrio de poder”.
La gran pregunta es… ¿Qué podemos esperar a partir de ahora?
Asomado a una guerra regional. Así amanece hoy Oriente Próximo. A punto de cumplirse un año del ataque de Hamás que llevó a Israel a lanzar su sangrienta ofensiva en Gaza, la región parece encaminarse a una guerra a gran escala. Con el conflicto con Hamás en Gaza como telón de fondo, Israel se ha adentrado en el sur del Líbano alegando que se trata de “redadas limitadas, localizadas y selectivas” contra el grupo militar chiita Hezbolá y ahora —en una nueva escalada de tensión militar en la zona— parece a las puertas de una confrontación directa con Irán.
Un paso adelante. El conflicto abierto con Irán es clave por varios motivos. Primero, porque refuerza la estrategia de Benjamin Netanyahu, como advierten algunos analistas. Hace unos días el propio dirigente destacaba que el golpe que había asestado Israel a la cúpula de Hezbolá —acabó con la vida de su líder, Hassan Nasrallah— propiciaba “un nuevo equilibrio de poder” en la región.
La segunda razón por la que el conflicto con Irán resulta relevante es porque sitúa a Israel a las puertas de su primera gran guerra regional en décadas con un Estado, más allá de grupos como Hamás, Hezbolá o los hutíes de Yemen. Para encontrar un escenario similar habría que remontarse a la Guerra del Líbano de comienzos de la década de 1980 o, incluso más atrás, a la Guerra de Yom Kippur, en 1973.
El movimiento de Irán. Aunque aún es pronto para valorar cómo influirá en el conflicto regional, ayer Irán hizo un movimiento clave: lanzó una oleada de misiles a Israel. Alrededor de 200, según el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica. Los proyectiles se dirigieron a varias regiones de Israel, obligaron a activar alarmas en puntos como Jerusalén y Tel Aviv y dañaron edificios. Sus autoridades aseguran que no tener constancia de heridos graves, aunque se habla de un fallecido.
En abril Irán ya había lanzado un ataque con más de 300 drones y misiles balísticos a Israel, pero entonces el ataque se avisó con 72 horas de antelación, el ejército israelí pudo interceptar casi todos los proyectiles y los daños fueron muy limitados. El Pentágono asegura que la ofensiva de ayer resultó el doble de potente, incluyó un mayor número de misiles balísticos, más difíciles de derribar, y las autoridades israelíes se enteraron solo unas horas antes de la amenaza.
Poco antes del ataque de abril Irán había sufrido un golpe en su embajada de Siria, un bombardeo que destruyó su consulado en Damasco y mató a siete funcionarios, entre ellos un alto mando de la Guardia Revolucionaria Islámica. Teherán no tardó en culpar al ejército israelí de lo sucedido y prometieron tomar represalias. Ahora el contexto es más complejo. A aquel episodio que ya motivó el ataque de Irán en abril se suman los asesinatos por parte de Israel de los dirigentes de Hamás y Hezbolá, dos grupos que han contado con el respaldo y alianza de Teherán.
¿Qué consecuencias tendrá? La pregunta del millón. Si bien el ataque de Irán ha tenido a priori un alcance limitado, marca una escalada clara en las tensiones en la región y supone la primera vez que Teherán logra superar las barreras antiaéreas israelíes y alcanzar núcleos urbanas en el territorio enemigo. Netanyahu ya se ha pronunciado. Y con claridad. “Irán cometió un gran error esta noche y pagará por ello. Su régimen no entiende nuestra determinación de defendernos y tomar represalias contra nuestros enemigos”, advirtió el dirigente israelí.
“No entre en conflicto con Irán”. El presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, ha revindicado a través de su cuenta de X que su país se ha limitado a actuar “en defensa de los intereses y ciudades”, y lanza un aviso: “Que Netanyahu sepa que Irán no es beligerante, pero se opone firmemente a cualquier amenaza. Esta es solo una demostración de nuestro poder. No entre en conflicto con Irán”.
Los analistas ya advierten de las implicaciones de lo ocurrido y sus posibles consecuencias. Hay quien aprecia un “cambio de dinámica” en el conflicto, con la “confrontación directa entre dos potencias militares regionales”. Y hay quien cree que con su ofensiva de ayer Teherán ha mostrado su debilidad para golpear con fuerza a Israel y ha dado a Netanyahu un pretexto para devolverle el golpe.
¿Una guerra a distancia? Entre Irán y Líbano, territorio por el que ya avanzan las tropas de Netanyahu, hay sin embargo una diferencia clave: la distancia. Irán está a cientos de kilómetros de Israel. Así pues, surge la duda de cómo avanzaría un conflicto entre ambas potencias. En sus ataque de abril y el de ayer Teherán optó por el uso de proyectiles aéreos que Israel logró atakar en buena medida gracias a su sistema de defensa, la conocida como ‘Cúpula de Hierro’.
Israel e Irán son dos potencias militares. El índice GFP, que mide la potencia bélica de las naciones, sitúa a ambos en el TOP 20 entre las 145 naciones que se encargan de analizar sus técnicos. A Irán lo sitúa en el puesto 14. A Israel, en el 17.
División de fuerzas. Se calcula que las fuerzas armadas iraníes se nutre de al menos 580.000 efectivos en servicio activo y 200.00 reservistas, entre el ejército tradicional y la Guardia Revolucionaria Islámica. Su armamento incluye misiles de precisión, drones, lanchas, pequeños submarinos que le permiten interrumpir el tráfico marítimo. Su gran debilidad, señalaba en abril The New York Times, es la fuerza aérea, ya que buena parte de sus aviones tiene décadas de antigüedad o se compararon a Rusia en los años 90. Sus tanques y blindados también son viejos.
En cuanto a Israel, posee uno de los ejércitos más poderosos de la región y hace unos días —a punto de cumplirse un año de guerra en Gaza— reconocía estar listo para aguantar el tiempo necesario. “Si es necesario estar 10 años en esta situación, estaremos 10 años en esta situación”. A su favor cuenta con recursos, unos 170.000 militares en activo a los que se suma una sólido colchón de reservistas (465.000) y tecnología como la ‘Cúpula de Hierro’. Tanto Israel como Irán destacan también por sus alianzas. El primero tiene entre sus principales apoyos a Washington. El segundo, es pieza clave del “Eje de la Resistencia”, que incluye a Hamás, Hezbulá, el gobierno sirio, los hutíes de Yemen y grupos armados en Siria e Irak.
Imagen | Wikipedia y Benjamin Netanyahu (X)
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La noticia
Israel lleva desde 1973 sin afrontar una gran guerra regional. El ataque de Irán está cerca de cambiarlo
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Carlos Prego
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