Tengo una relación extraña con los teclados. Son periféricos que me gustan y, desde hace años, soy un entusiasta de los teclados mecánicos (mi compañero Juan Carlos se convirtió a esta religión hace algo más de un año). Su diseño me da un poco igual, pero al final es mi herramienta de trabajo y tengo más teclados mecánicos en casa de los que me gustaría reconocer, cada uno con un tipo de switch diferente que utilizo dependiendo de las sensaciones que me apetezca experimentar en cada momento.
Desde esta semana tengo uno nuevo en la colección. No tiene ni la última tecnología, no es mecánico como lo entendemos ahora mismo y ni siquiera es inalámbrico: es de un teclado mítico de principios de los años 90 que -fácilmente- llevaba más de 25 años cogiendo polvo en un desván. ¿Su nombre? IBM Model M, el hermano pequeño y refinado de otro teclado mítico, el Model F que tuvo una reedición (no oficial) hace unos años. El Model M también tiene un hermano moderno.
Te voy a contar cómo es el proceso de restauración, lo que he aprendido de los teclados y mi opinión al trabajar toda esta semana con él. Y tengo una cosa que avanzar: si tienes espacio en tu colección o quieres probar una sensación nueva a la hora de escribir, es una compra de lo más interesante, pero no es para todo el mundo. Ni muchísimo menos.
Una pieza de museo… en el desván
Antes, algo de historia, pero no te preocupes que no vamos a escribir la enciclopedia de los teclados. El camino de esta herramienta ha sido de lo más interesante debido a que, como muchísimas otras cosas en el mundillo de la tecnología, al principio no había reglas. Cada marca que lanzaba un nuevo ordenador, lo hacía con un teclado a juego. Cada compañía tenía no sólo su layout de teclado, sino que el mismo contaba con teclas que podían, o no, estar presentes en los teclados de la competencia.
Hablamos de teclas de función diferentes, letras que estaban en otros sitios y ese tipo de cosas. Poco a poco se fueron estandarizando, siendo el Model F uno de los más importantes en este sentido debido a su difusión. Y algo muy inteligente que hizo IBM fue construir una placa metálica con el mecanismo para las teclas y unas teclas estándar a la que se podía poner un capuchón para adaptar el teclado a los diferentes idiomas. De hecho, la curvatura ergonómica no está en las teclas, sino en esa placa metálica.
¿Que en Alemania usan un layout y en España otro con la eñe y la cedilla? No importa: el teclado es el mismo para todos y lo único que hay que cambiar es el capuchón de la tecla. Llámalo capuchón, cubierta… o gorro. Y, en inglés, eso se llama keycap. Cuando ahora nos referimos a la tecla de un teclado mecánico, la llamamos keycap, pero realmente no es correcto porque la keycap es lo que va sobre la tecla, o key.
Unos años más tarde, IBM buscó reducir costes del teclado, pero también mejorar apartados como su ergonomía. Fue entonces cuando creó el Model M, que vendió más de 10 millones de unidades y que se estuvo fabricando de 1985 hasta 1999. 14 años, que se dice pronto. Es una pieza de museo debido a lo que aportó en su época, pero además tiene un sistema extremadamente interesante que permite que el teclado funcione correctamente prácticamente de por vida.
Actualmente, un teclado mecánico tiene un mecanismo con un muelle y varias pestañas que, al presionarlo, cierra un circuito, dando como resultado el carácter que queremos. Estos teclados de IBM son muchísimo más simples: las teclas no tienen varias partes, sino que van dentro de un tubo en el que hay un muelle. Cuando presionamos la tecla, el muelle se compacta y esa fuerza empuja un mecanismo que cierra el circuito.
En el caso del Model F, era un circuito impreso. En el del Model M era de membrana, pero tampoco es como los teclados de membrana actuales, cuyo sistema es una simple goma que se va deteriorando con el tiempo. Aquí, o se rompe el muelle… o tienes teclado ad infinitum. Y, aunque se rompa, puedes encontrar un muelle similar. Pues bien, vamos al lío: encontré este teclado que mi padre utilizó durante unos años en el desván de mis abuelos. Estaba hecho polvo, pero me lo llevé a casa y, durante las vacaciones, decidí darle una segunda vida.
Limpiando 20 años de roña
Lo que ves justo sobre estas líneas es la foto que hice cuando llegué a casa y lo saqué de la bolsa en la que lo metí. Llevaba 20 años acumulando polvo, polvo que se había quedado impreso en la carcasa del teclado. Y si te parece que está sucio, ten en cuenta que en la bolsa de transporte se quedó un kilo de porquería más la que le quité cuando lo encontré (además, estaba debajo de otras cuantas cosas, realmente no sé ni cómo funciona como lo hace).
Pero bueno, me lo traje en navidades del año pasado y la intención era limpiarlo en algún momento. El problema es que no iba a ser una limpieza fácil o que llevara poco tiempo, por lo que lo fui dejando. Estas vacaciones me decidí a hacerlo y lo primero que vi era que había cuatro tornillos que quitar. Hay cuatro (es muy sencillo desmontarlo), pero el problema es que no tenía en casa ningún destornillador adecuado. Y es normal.
Tras buscar información, vi que el necesario es uno con cabeza hexagonal del 5.5. En casa de mis padres había del 5 y del 6, pero no del 5.5. No es un unicornio (no es difícil de encontrar, vaya), pero como no es un destornillador que se utilice normalmente, cuesta dinero. Concretamente, 17 euros que te dejo en este enlace por si te animas.
Quité los tornillos y tengo que decir que, al ser una pieza antigua y hecha para durar, esperaba pocos componentes, pero realmente me sorprendió. El Model M está compuesto por:
Parte trasera.
Parte frontal
Teclas y keycaps.
Una placa que parece de hierro con el mecanismo de muelles.
Un circuito impreso que se encarga de controlarlo todo.
El cable PS/2.
Desmontado y con cada parte por su lado, empecé a limpiar las teclas. Para ello, llené un cubo con agua templada y eché Fairy. Hice espuma… y las dejé un rato en remojo. No había ninguna tecla amarilla excepto la barra espaciadora, por lo que no consideré necesario ni el tratamiento con luz ultravioleta ni un jabón especial para plásticos.
Dejé las teclas ahí mientras limpiaba las tapas. Empecé con alcohol isopropílico, pero no estaba consiguiendo nada. Sí, el trapo salía sucio, pero había manchas imposibles. Muchas estaban entre las microperforaciones del propio teclado, así que decidí pillar el Fairy, un estropajo… y a restregar las carcasas. Y, oye, quedó de lujo. Tiene ese tono beige retro que me encanta y con el tratamiento ultravioleta puede que hubiera quedado blanco, pero realmente no era lo que me interesaba, por lo que seguí frotando y toda la suciedad salió.
El teclado cuenta con una superficie curvada para hacer que las teclas sean algo más ergonómicas, todo ello en una estructura en forma de cuña. Esto significa que hay una serie de rebordes en los que se acumula suciedad y donde es imposible llegar con el estropajo. Cogí un mondadientes y lo pasé con cuidado por esa zona. El resultado fue impecable y dejé a secar las tapas.
Hora de meterme con los muelles, ya que aquí algunos estaban bastante maltrechos. No lo entiendo, pero había un par que tenían la tecla bien puesta, pero aun así estaban algo doblados. Tras calentarlos cuidadosamente para no afectar ni a la placa ni al plástico, conseguí devolverlos a una forma similar a la original y recé para que funcionara el experimento.
Algo que también vi fue que los contactos de la placa de control estaban tocados. No había óxido, pero sí estaban muy, muy sucios. Aquí un truco es pasarles una goma de borrar, de las normales del colegio. Se limpian muy bien y no se dañan. Este circuito va unido con una especie de toma de tierra a la placa metálica mediante un alambre, es algo que hay que tener en cuenta a la hora tanto de quitarlo como de ponerlo.
Con los keycaps, la cosa fue más sencilla aún: estropajo individual para cada tecla y a dejar secar toda la noche. Con todo listo, era el momento de volver a montarlo todo con cuidado de no doblar ningún muelle y con atención tanto a esa toma de la placa base como a otra que lleva la barra espaciadora (esta sí que no tengo ni idea de para qué sirve).
Casi todas las teclas sonaban bien, pero había algunas que no hacían el sonido característico, por lo que, una vez conectado al ordenador mediante este adaptador de PS/2 a USB, comprobé pasando un test como este. No entremos en pánico: quité las teclas que no iban y volví a introducirlas prestando más atención a que el muelle estuviera puesto perfectamente. Bingo.
Ahora sí, era el momento de volver de vacaciones y usar activamente el teclado.
¿Usarlo cada día para trabajar? Tengo mis dudas
Y… vaya agonía el primer día. ¿Cómo podían trabajar con esto durante horas en una oficina? Ya no es por el ruido (que es infernal, pero no me molesta en absoluto, ya que estoy solo, con otras cuantas personas tecleando, me querría tirar por la ventana), sino porque la fuerza de actuación es demencial. Sólo tengo un teclado con switches negros, que son los que más fuerza de nuestros dedos requieren para actuar, pero lo de este Model M no tiene sentido.
Estamos jugando contra un muelle que siempre está empujando la tecla hacia arriba, y se nota. Pero bueno, la sensación de “no estoy aporreando el teclado lo suficientemente fuerte” me duró un par de horas hasta que me acostumbré. Así pasa, que ahora cojo un teclado con mecanismo rojo y parece que lo voy a romper. Por cierto, a continuación te dejo una prueba de sonido entre algunos de mis teclados:
Tras la primera semana completa, puedo decir que me encanta. Me gusta mucho el sonido, es más ergonómico de lo que cabría esperar (esa forma cóncava es perfecta, de verdad) y me encanta la sensación al escribir, pero noto que acabo la jornada con los dedos muy cansados. Además, debido al movimiento tan exagerado que hay que hacer para imprimir fuerza a cada tecla, escribo algo más lento. Sin embargo, voy a seguir utilizándolo porque, pese a eso, me siento extrañamente cómodo.
No sé lo que me durará el entusiasmo, pero de momento, continuaré con él si la fatiga dactilar no va a más. Ahora bien, si has llegado hasta aquí y te llama la atención, creo que puede ser un buen teclado para probar nuevas experiencias si, ojo, ya tienes experiencia con teclados mecánicos. Si estás acostumbrado a un teclado de membrana o a un teclado mecánico con switches lineales ligeros y compras este, es un guantazo importante porque es duro y con un sonido más duro aún.
Por lo demás, es increíble que este teclado, con los años que tiene a sus espaldas y con lo que ha pasado, siga funcionando no sé si como el primer día (porque casi es más viejo que yo), sino de una manera perfecta. Y lo que más me fascina es que las keycaps no tienen ni pizca de desgaste. Teclados modernos con teclas PBT o ABS se desgastan enseguida.
Eso sí, prepara el bolsillo.
Imágenes | Xataka
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La noticia
He empleado las vacaciones en revivir un teclado que llevaba más de 25 años en un desván: un IBM Model M tan mítico como escandaloso
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alejandro Alcolea
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