Las costas de Almería se están llenando de peces voladores. Y sí, es tan alucinante como parece

Cuanta la historia que, cuando los antiguos griegos llegaron al Estrecho, sus barcos amanecían regados de peces plateados por las mañanas. No era peces normales: tenían los ojos planos, unas enormes aletas pectorales y algunos juraban que los habían visto volar. Pero nada de eso les llamó tanto la atención como encontrarlos inertes, sobre la cubierta, mirando al cielo.

Los llamaron exocétidos, los que “yacen fuera”, los que “duermen bajo las estrellas”.

Todo el mundo sabe que los griegos se marcharon hace mucho tiempo, pero es mucho menos conocido que esos peces siguen aquí.

¿Aquí? ¿Aquí dónde? Aunque cuando escuchamos hablar de ‘peces voladores’, lo primero que nos viene a la mente a muchos es algo exótico, lejano, más propio de los mares del sur.  Lo cierto es que España está en un lugar perfecto para verlos en vivo y en directo.

Tradicionalmente, los peces voladores entran al Mediterráneo entre los meses de mayo a junio y salen entre finales de agosto y septiembre. Eso hace que se puedan ver en todo el litoral septentrional. De hecho, ya se están viendo en la zona del Cabo de Gata.

¿Qué son los peces voladores? Cuando hablamos de exocétidos, estamos hablando en realidad de unas 70 especies distintas agrupadas en siete géneros distintos. Aunque se pueden encontrar en cualquier mar de la Tierra, es cierto que suelen ser más frecuentes en las zonas tropicales y subtropicales.

Como decía al principio, aunque pueden tener apariencias variadas, sus tres características fundamentales son las grandes aletas pectorales (que hacen de alas), los ojos planos (para la mirada anfibia) y su forma inusitadamente aerodinámica.

No suelen medir más de 30 centímetros, pero alcanzan velocidades de entre 50 y 60 kilómetros por hora fuera del agua. Por eso, no es raro que recorran distancia de más de 5o metros en el exterior. Ese es el motivo por el que acaban en las cubiertas de los barcos.

¿Entonces vuelan de verdad? No exactamente. Lo que hacen es planear. Y no lo hacen por diversión: es una estrategia evolutiva para escapar de algunos depredadores especialmente voraces como los atunes. 

Esto ha hecho que en algunas zonas, como allí en el Cabo de Gata se ha desarrollado toda una serie de técnicas especiales para pescarlos.

La protección del mar. Tarea pendiente. Con las polémicas recientes en torno a la minería de aguas profundas, hemos podido comprobar que la protección del mar y la compatibilización de su biodiversidad con el desarrollo económico es una tarea pendiente de las sociedades contemporáneas.

En un contexto como el actual (en el que el cambio climático está degradando los ecosistemas marinos a marchas forzadas), la llegada bianual de los exocétidos es una buenísima noticia. 

Como suelen repetir los oceanógrafos, conocemos mejor las superficies de Marte, Venus o Mercurio que el fondo del mar. Y eso, me temo que lo dice todo.

Imagen | John Cobb

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Javier Jiménez

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