Gary Rooney llevaba casi diez trabajando en Twitter como director de “source to pay”, un puesto derivado del departamento de compras en la sucursal de Twitter en Irlanda cuando Elon Musk compró la red social por 44.000 millones de dólares. Ahora, X deberá compensar a Rooney con 550.131 euros por despido improcedente.
Elon Musk y su despido por omisión. Solo unas semanas más tarde, Elon Musk envió un correo electrónico a toda la plantilla de Twitter exigiendo un mayor compromiso. “En el futuro, para construir un Twitter 2.0 revolucionario y tener éxito en un mundo cada vez más competitivo, tendremos que ser extremadamente duros. Esto significará trabajar largas horas a alta intensidad. Solo un desempeño excepcional constituirá una calificación aprobatoria”, escribió el empresario.
Si estabas dispuesto a aceptar las nuevas condiciones de Musk, solo había que aceptarlas pulsando un botón que se incluía en el correo en el que se leía: “Si está seguro de que desea ser parte del nuevo Twitter, haga clic en sí en el enlace a continuación”. Quienes no respondieran afirmativamente a ese correo recibirían una indemnización de tres meses de salario por despido. Rooney no pulsó ese botón, pero tampoco manifestó a la empresa su decisión de dimitir.
Twitter quiso confirmarlo, pero él no lo hizo. Tres días después de recibir el expeditivo correo de Elon Musk (y de no responder a su correo de forma alguna), la compañía le envió un segundo correo para “reconocer su decisión de dimitir y aceptar la oferta de separación voluntaria”. De ese modo, Twitter daba por notificada la decisión de rescindir su contrato porque consideraba que había dimitido al no haber respondido al correo y sus permisos de acceso a los sistemas de Twitter serían revocados.
Una semana más tarde, Gary Rooney envió un correo al departamento de Recursos Humanos de Twitter para indicar que “en ningún momento he indicado a Twitter que renuncio a mi cargo, ni he visto ningún acuerdo de separación y mucho menos lo he aceptado”.
Un tribunal opina que no dimitió. La Comisión de Relaciones Laborales de Irlanda (WRC por las siglas en inglés de Workplace Relations Commission) aceptó la demanda por despido improcedente de Gary Rooney, alegando que él no pulsó ese botón, pero tampoco manifestó expresamente su voluntad de renunciar a su puesto.
En la vista del caso que duró cinco días, Twitter (ya como X) alegó sin éxito que el hecho de que Rooney no hiciera clic en “sí” en respuesta al correo electrónico indicaba que había renunciado voluntariamente. 235 de los 270 empleados de Irlanda que lo recibieron hicieron clic en “sí”. Para los 35 empleados restantes: “Aceptamos sus renuncias”, reconoció Lauren Wegman, directora senior de Recursos Humanos en X.
Según fuentes de The Guardian, el juez Michael MacNamee del tribunal de la Comisión manifestó en sus conclusiones que “24 horas no era un aviso razonable” y, por tanto, condenaba a X a pagar una indemnización de 550.131 euros de los cuales, 350.131 euros correspondían a salarios no pagados entre enero de 2023 y mayo de 2024, y 200.000 como indemnización por la pérdida salarial estimada que Rooney podía haber conseguido durante ese periodo.
Slack es privado, pero es de la empresa. Durante el proceso, X utilizó como prueba de que el empleado había aceptado su renuncia una serie mensajes privados que Rooney había enviado por Slack a uno de sus compañeros diciéndole: “Necesito alejarme por mi propio bien. Estoy profundamente preocupado por lo que está sucediendo aquí en estos días”. En un mensaje a otro compañero, el empleado escribía: “Twitter 2.0 no será ni para ti ni para mí”.
Más allá de que la Comisión que juzgaba el caso no viera en esos mensajes una intención clara de Rooney de dimitir, deja al descubierto que las comunicaciones por mensajería corporativa no son privadas. Los empleadores tienen derecho a supervisar y conservar los mensajes de Slack con el objetivo de garantizar que se sigan las políticas de empresa y para evitar casos de acoso laboral. Sin embargo, como hemos podido ver en este caso contra X, la empresa no ha dudado en utilizarlos como prueba en un juicio.
No es un proceso aplicable en España. Según la legislación española, el procedimiento utilizado por Elon Musk para que sus empleados presenten sus renuncias voluntarias no se ajustaría a los términos que contempla el artículo 49 del Estatuto de los Trabajadores que establece que debe “mediar el preaviso que señalen los convenios colectivos o la costumbre del lugar”.
Lo habitual es hacerlo por escrito, estableciendo el plazo de inicio y final de ese periodo de preaviso y tanto el empleado como el empresario están obligados a firmar la baja voluntaria. De ese modo, no queda margen para dudas a la hora de discernir entre una baja voluntaria y un despido improcedente.
Imagen | Wikimedia Commons (UK Government)
–
La noticia
Elon Musk envió un correo amedrentando al personal de Twitter. Ahora X debe pagar 550.000 euros a un empleado que no renunció
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Rubén Andrés
.